TRÍOS SEXUALES GRATUITOS E IMPROVISADOS: LOS MEJORES

Relato y valoración más que positiva de los tríos sexuales gratuitos, improvisados y deseados tras experiencia sexual de un jefe con dos empleadas.

Cuatro a Tres

Elige tu Fantasía

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Autor: Alday

14 de marzo de 2017

He corrido mucho y visto más, y lo que más gracia me hace de sitios como este es el drama que le dan a ciertas cuestiones que luego son de la vida cotidiana. Sexo, tríos, relaciones íntimas y fantasías alrededor de todo ello siempre ha habido y siempre las va a haber, sin necesidad de escribir tanto y tan variado sobre un tema que está en la cabeza de las personas desde que son niños.

Me refiero a las explicaciones que se dan en este sitio sobre cómo, dónde, por qué y con quién hacer tríos y bla, bla, bla…. Puede que alguien necesite tales explicaciones. Pero desde luego no es mi caso.

Como he dicho, he vivido mucho y probado de todo gracias a una cierta holgura económica que me facilitó la empresa heredada de mis padres, así que puedo contar algunas cosas que ilustran lo fácil y fortuito que puede ser meterse, por ejemplo, en hacer un trío sexual con dos mujeres sin mayor problema.

En mi caso, uno de tantos tríos sexuales que he disfrutado, entre los montados en locales liberales y de intercambio de parejas, pagando a prostitutas, y algunos otros (muy raros) como el que voy a contar, sin premeditación ni alevosía.

Entrando al tema, os diré que soy el socio director de una empresa situada en Zaragoza de la que no voy a dar ningún detalle, con una plantilla que cuenta con personal administrativo y de gestión que incluye a varias señoras y señoritas.

Como muchos sabéis, hace unos años se popularizó el método de instalar cámaras en los lugares de trabajo para control del rendimiento y actividad de los empleados, y así lo hicimos en mis oficinas, incluyendo un sistema de escucha y registro de sonidos, de forma muy correcta y con excelentes resultados, incluyendo acceso a las imágenes desde el despacho de los encargados, el mío propio y sólo para mí a través de Internet.

Tanto mis encargados como yo utilizábamos de vez en cuando el sistema para echar un vistazo a los empleados y sus progresos a lo largo de la jornada laboral.

En cierta ocasión, teniendo que permanecer en mi domicilio por convalecencia tras una intervención quirúrgica menor, me acostumbro a tener un monitor con las imágenes de la sección principal de la oficina, donde se aprecia la actividad de la mayoría de los empleados, y me aficiono a echar vistazos y observar a mis empleados de forma más pertinaz, como si de un Gran Hermano se tratase.

Una ventana abierta todo el día para ver lo que están haciendo mis gentes en cualquier momento del día. Y aquí viene lo interesante.

Ya me había fijado que una de las veteranas traía algo con una administrativa joven y reciente en el puesto; demasiadas consideraciones, manitas en el hombro, risas y chascarrillos.

Yo había tenido un tema con esta señora hacía unos años, precisamente en la oficina. Una chica de 42 años, muy bien conservada a base de gimnasio y tratamientos de belleza, a la que le gustaba mucho lucirse, ligar e irse con tíos según le convenía.

Para decirlo más claro, tuve el gusto de tener relaciones sexuales con ella en varias ocasiones, incluyendo en las mismas oficinas después de haberse ido el personal. El típico rollo entre jefe y empleada de toda la vida. La cogí, la bese, le metí mano todo lo que quise y finalmente me la follé sobre un sofá muy rico que hay en la sala de espera, incluyendo, por qué no decirlo, otra ocasión en que lo hicimos con la señora apoyada contra una mesa en la misma sala. Tenía un culo muy bien moldeado y una cintura de la que no sobraba nada. Lo pasamos de miedo en varias ocasiones.

Volviendo al tema, no por ser cotilla o chismoso, pero cuando piensas cosas y luego ocurren es que algo hay. Como las varias veces en que la chica joven se levanta para ir al servicio y de seguido se levanta la veterana para seguir la misma ruta. Que las primeras veces no lo piensas, pero cuando ves a la jovencita levantarse y te da por pensar que se va a levantar la otra dentro de nada, y efectivamente ocurre, entonces es que algo está pasando sí o sí, porque en otro caso tendría que presentar mi caso a Cuarto Milenio.

Adivino no soy, vaya.

Así que me quedo con esas dos y las pongo en el punto de mira de una vigilancia ya fuera del interés puramente laboral. Y voy viendo que hay tomate, porque dejo la cámara encendida de continuo y las veo dándose un piquito a la salida, irse juntas varias veces y en poses un poco más sugerentes.

No me hubiera imaginado que la señora encargada de administración fuera lesbiana o le fuese el rollo bisexual. Pero las cosas estaban bastante claras.

Un día estoy observando desde mi domicilio y llegada la hora de finalizar la jornada y cerrar la oficina la veo dirigirse a la jovencita y preguntarle si quiere quedarse a completar un tema de nóminas, ante lo cual dejo lo que estoy haciendo y pongo los cinco sentidos en la escena.

Se marchó todo el mundo y se quedaron solas en la oficina, tras lo cual la “jefa” se dirige a la puerta y cierra desde dentro.

Tuve que cerrar la cámara porque según tengo entendido es ilegal observar este tipo de cosas, o puede serlo, así que me curé en salud y corté la visualización con la pena de no poder ver más.

Luego, vuelto a mi rutina en la oficina, las vigilo de cerca y en persona, y me voy convenciendo más y más del rollo que hay entre las dos.

Una tarde, antes de cerrar, me hago el remolón hasta que se van yendo todos los empleados para confirmar que la señora y la señorita se están haciendo las largas también, como no acabando con lo que estuvieran haciendo en el ordenador, cada una en su puesto. E incluso me animan a marcharme y dejarlas al cargo del tema porque “les falta un rato para terminar y quieren dejarlo listo para el día siguiente”.

Este tipo de cosas son bien clásicas en el mundo de la empresa. No es que no tengan sitio a donde ir para mantener relaciones sexuales a capricho, como puede ser sus domicilios o un hotel, sino que se trata de hacerlo en el sitio donde se han conocido y puesto cachondas la una con la otra. Pasa igual en gimnasios, centros de estudio, etc.; la magia del lugar de encuentro y deseo inicial, y el morbo que da echar el polvo o comerse a la tía – o tío – que te gusta en ese mismo lugar.

Hice el paripé como que me marchaba y salí tras despedirme.

Luego de bajar al bar y comprar tabaco para hacer el tiempo necesario, volví a subir muy quedamente y sin atropellos. Metí la llave en la cerradura muy sigilosamente, abrí la puerta con igual cuidado, camino por la moqueta de la sala y veo que está con la poca luz que entra de la calle y completamente vacía. Me dirijo a la sala de descanso y ya escucho jadeos de hembra en celo. Cojo el pomo de la puerta, lo giro con el máximo cuidado para no hacer ni el más mínimo ruido y la abro.

Allí estaba la señora, toda echada en el sofá con la señorita entre sus piernas en lo que parecía ser una magnífica comida de coño, que la primera estaba disfrutando plenamente. Permanezco quieto y sin decir nada, y las dos a lo suyo sin darse cuenta de mi presencia. Después de un rato, cuando la mayorcita está a punto del orgasmo, la joven se desnuda del todo conmigo a sus espaldas y se echa encima de la otra como si fuera un tío, como para follársela. Empieza a besarla y sobarla toda como si fuera un hombre haciéndole el amor a una mujer.

Tengo que reconocer que la chavala estaba buenísima. 25 años, delgada-atlética, con muy buena figura y una piel bronceada y libre de marcas o imperfecciones. Un bombón.

Para aquel entonces yo ya tenía una erección del 10 que hasta me estaba haciendo daño dentro del pantalón, y sorprendido de que aún no se hubieran percatado de mi presencia allí de pie.

Hasta que en un momento determinado, la señora me ve por encima del hombro de la chica, pone cara de asombro y hasta miedo, y le dice algo a ésta, que gira la cabeza para verme y soltar un aspaviento que me puso incluso más cachondo de lo que ya estaba.

Les pregunté en tono risueño si están “haciendo horas extraordinarias”. La joven se intenta tapar con la ropa que había por el suelo, pero yo llego y la cojo por la cintura y empiezo a besarla en el cuello y a meterle mano por donde puedo. Estaba muy cachonda y muy golfa, toda sudada y queriendo sexo sí o sí.

La otra se levanta y me dice que pare, y que me meta en mis asuntos de forma autoritaria. Le respondo si no quiere compartir a la chavala. Luego se nos acerca y se une a nosotros, empiezo a besarla también y las cojo a las dos por la cintura, besándolas por turnos mientras ellas hacen lo mismo entre sí, empezando así uno de los tríos que más me gusta recordar. No aguanto más y me desnudo en dos golpes de fuera esto y aquello, cojo a la chica, la apoyo en la mesa y la penetro con todas mis ganas. Tenía el coño muy lubricado del cachondo que traía con la amiga.

Casi me corro de golpe, pero gracias a mi experiencia me reprimo y le doy la vuelta para comerle el coño mientras la mayorcita se arrodilla y me empieza a comer la polla bajo la mesa.

Después pasamos al sofá y estuvimos besándonos, comiéndonos y follando según nos convino hasta corrernos en varias ocasiones, y también sobre la moqueta del suelo.

Una gozada de polvo en trío que no se me va a olvidar nunca, tras lo cual me entero de que la chica era bisexual y novia de la señora desde hacía unos meses, y que se lo montaban en el despacho porque les ponía a cien, como yo había supuesto.

He tenido tríos sexuales a tutiplén sin pagar y pagando, pero pocos tan disfrutados como éste que os he contado. Por la inmediatez, la sorpresa y lo buenas que estaban las dos tías. Pero sobre todo por lo bien compenetradas que estaban, porque no hay mejor sexo en trío que aquel en que todos se gustan los unos de los otros. Y éste era uno de esos. Las tías se gustaban entre sí, a mí me gustaban las dos casi por igual, y yo parecía gustarles a ellas, tanto por mi físico como por el tema de la erótica del poder.

Así nos corrimos como nos corrimos, con unos orgasmos que nos dejaron casi desvanecidos en el sofá o por el suelo. De vicio.

No volvimos a hacer ningún trío ni pude volverme a follarme a aquella chavala tan rica, que se dio de baja en el empleo unas semanas después tras cortar con la señora jefa.

Una pena, pero no se puede tener siempre todo.

Un saludo y un abrazo a todos.

* * *

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