TRÍOS SEXUALES, ORGÍAS Y OTROS JUEGOS DE JUVENTUD

Relato y reflexiones sobre la iniciación sexual y primeras experiencias de un swinger con varias décadas de dedicación muy activa a tríos, orgías y encuentros sexuales.

Cuatro a Tres

Elige tu Fantasía

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Autor: Hugues

11 de marzo de 2017

Muchas veces te preguntas de dónde sale tanto pervertido sexual que quiere sexo con niños o chavales, con cadáveres, animales o en circunstancias extrañas y sin sentido, cuando la respuesta suele está delante para el que quiera verla; la infancia y la juventud son los jardines en el que jugamos todos. En mi caso un verano de iniciación sexual en una casa de campo con tres chicas mayores que hicieron conmigo lo que quisieron en masturbaciones, folladas a turnos, tríos sexuales y otros juegos no tan divertidos.

Con 55 años, soy swinger y un asiduo compulsivo de encuentros liberales, orgías y tríos sexuales de todo tipo, incluyendo con hombres y aun en contra de mi clara condición de heterosexual. Tampoco es que sea "bicurioso", como se dice ahora, sino una persona con un impulso irrefrenable de tener sexo con variedad de personas, sin presentación previa y de forma grupal, lo cual me ha llevado a formar parte de clubes liberales y de intercambios de parejas, cuando no de sexo a primera vista, perversiones y orgías en fincas y chalets, y contratación de prostitutas para montarme mis propias fiestas privadas y a la carta a cambio de lo que ha resultado ser un dispendio descontrolado que ha dilapidado la herencia que recibí hace unos años de mis padres y el patrimonio resultante de mi actividad profesional.

Hace unos años visité la consulta de un psicólogo especializado en conducta sexual, que me fue tirando del hilo hasta dar con la razón y génesis del estilo de vida sexual que he llevado.

Todo empieza en el verano de 1977, teniendo yo 14 años para 15, en una finca rural dedicada al cultivo y proceso de la oliva situada en la provincia de Badajoz, propiedad de mis tíos donde pasamos varios veranos en compañía de otras personas, que comprendía una casa y tres edificios dedicados a labores agrícolas y de proceso de la aceituna.

Entre los residentes aquel verano se encontraba mi prima María, de 17 años e hija del propietario, con la que coincidí en varias ocasiones y en una zona fluvial cercana. Tenía varios hermanos, pero eran mayores y ya se habían independizado o estaban trabajando fuera.

No me voy a extender sobre detalles relacionados con las vacaciones estivales y la vida cotidiana en el campo, simplemente comentar que esta primita tenía dos amigas residentes en casas vecinas con las que compartía vida y diversiones.

Había varios momentos del día en que la casa se quedaba vacía con motivo de las salidas de mis padres y el trabajo de mis tíos, así que me quedaba solo o en compañía de mi prima, y muchas veces sus amigas. Y fue precisamente en una de tales ocasiones, cuando la primita y una de sus amigas vienen a buscarme y me piden que les acompañe a una de las habitaciones, donde me enseñan un libro de EGB que muestra un dibujo muy básico de un pene y una vagina respectivamente, para inmediatamente explicarme que están haciendo un trabajo de recuperación del curso y que necesitan "verlo" en la realidad para una redacción. Me dejaron atónito, pero como era un niño de aquella época tan inocente y después de varios ruegos, me presté a bajarme los pantalones y enseñar el miembro. Aunque no hubiera mucho que enseñar, la verdad.

Manos a las bocas para tapar risitas y luego mucha seriedad fingida al acercarse, mirar e incluso tocar un poco con el dedo.

Yo era un chaval y la verdad es que muy salido, como todos los jóvenes de esas edades, y más en aquellas épocas, en que no había información ni mucho menos práctica. Así que me puse un poco cachondo con los tocamientos y por la cosa de tener a dos chicas allí delante en ese plan. El caso es que tuve un amago de erección, y las dos dieron cuenta. Más risitas y miradas entre ellas. Luego la amiga de mi prima, me coge el pene y me lo aprieta un poco, provocando un empalme completo. La tenía completamente erecta y tiesa y las dos allí mirando.

En un momento determinado, mi prima, que era un marimacho autoritario y lleno de soberbia, me espeta: "¡hazte una paja guarro!", seguido de una risotada de su amiga. No recuerdo lo que pensé pero sí que me quedé cortado y sin saber qué hacer. Luego me vuelve a increpar, preguntándome si no he oído lo que me ha dicho. Me quedé quieto sin sabe qué hacer, y acto seguido le ordena a su amiga que me coja el pene y me haga la paja. Se acaban las risas y la amiga se queda igualmente quieta y callada mirando a mi prima con cara de sorpresa. Luego, la otra: "¡Venga! ¿qué pasa? ¿no decías que querías?". Según parecía, lo del libro y el trabajo de recuperación era un cuento chino para hacerme bajar los pantalones y jugar a lo que fuese que habían estado comentando.

La otra me coge el pene y empieza a sobármelo sin forma ni concierto, como quien coge cualquier otra cosa. Y la otra mirando como esperando algo que no llega, hasta que aparta a la amiga con un "¡quita! ¡qué tienes un arte!, y me la coge y empieza a cascarme una paja como es debido. Yo ya me había masturbado algunas veces, pero nunca en presencia de nadie, y mucho menos que me lo hiciera una chica delante de otra. La excitación del tema, el cachondeo y las fantasías que había tenido con chicas me pusieron a cien y pronto me corrí con ganas, eyaculando sobre el suelo de madera de la habitación, que quedó bien regado y perdido de semen.

Luego me dice la tía faltona que el que ensucia limpia, y que ya estoy limpiando el suelo y dejándolo "como la patena" o le dice a su padre (mi tío) "lo que has hecho y lo cerdo que eres" .

Primer jueguecito y primera amenaza.

Se marchan riéndose y comentando no sé qué, y me dejaron allí arrodillado y con un trapo dale que te pego limpiando la corrida.

Pocos días después, se presenta la tía con la amiga, que por cierto se llamaba Ana, y otra chavala de entre 15 a 17 años, llamada Marta. Me dicen que me baje los pantalones otra vez y que "me la saque". Mezcla de corte y temor, les digo que no quiero, y la tía me coge del brazo y me lleva aparte para decirme que o hago lo que manda ella o le cuanta a su padre lo del otro día. Le dije enfadado que yo no he hecho nada, que fueron ellas, y me responde que fui yo el que me hice una paja delante de dos chicas, y que ya veríamos a quién iban a creer.

Así empezó un verano de jodienda y sexo prematuro con tintes de abuso, experimentación y mala hostia a raudales.

Tras volver al grupito de féminas y acceder al tema, me llevan a una habitación en la casa – vacía en ese momento – y me dicen que me baje los pantalones, cosa que hago y empieza el toqueteo de unas y otras, venga para atrás y para delante, incluso llegando a retirarme el prepucio "para ver qué había dentro". Luego una de ellas, siguiendo las indicaciones de la hembra alfa (mi prima) me empieza a masturbar hasta que tengo un orgasmo aun mayor que el de la primera vez. Risas y miradas endiabladas. Una de ellas, me pregunta si puedo hacerlo otra vez – la corrida – a lo que respondí encogiéndome de hombros, porque ni yo mismo lo sabía. Así que me coge la segunda y dale que te pego en relevo, hasta que consigo correrme otra vez. Luego la tercera. Y así no recuerdo cuántas veces hasta que ya no puedo más y me quejo de están haciendo daño. La prima responde que ya vale, que ya no se puede más y me dejan marchar, no sin antes hacerme limpiar las corridas del suelo.

Unas guarritas de aquella época que querían experimentar.

Unos días más tarde me vuelven a citar y me preguntan "si lo he hecho". Me hice el tonto y les pregunté que qué era eso, a lo que me responden que si se lo he hecho alguna vez a una chica. Negamiento con la cabeza y mirada al suelo por mi parte. Acto seguido una de ellas sale y vuele con Marta, por cierto algo fea y muy cortada. Me dicen que "quiere probar" y que yo soy el chico más adecuado. No sé en qué era tan adecuado, como no fuese que estaba a mano en plan esclavo sexual, pero lo cierto es que dijeron que si quería o no, y yo dije que sí, porque estaba ya metido en la inercia cerda y el cachondeo que se estaba montando allí, y por lo salido que estaba con mi edad. Así que me llevaron a la habitación de siempre, meten a la chavala y me dicen que me desnude, luego se desnuda la chica, como renuente, y me dicen que "se lo haga".

Yo cortado y la otra más. Hasta que la prima nos dice: "venga poneros en la cama y a lo vuestro". Nos tumbamos y no hacemos nada, claro, y la otra: "¿es para hoy o para cuándo?". Me pongo encima de la chica, que no sabe ni dice nada, y empiezo a magrearla, besarla y ponerme en la postura adecuada separándole las piernas. Pero nada, porque no sabía ni qué hacer ni cómo.

La prima suelta un rebufo y sale de la habitación para volver al cabo de un rato con unas revistas en la mano, que resultaron ser ejemplares de una publicación pornográfica de la época llamada "Sexual Fantasy", cogidas de un armario de la habitación de sus padres, según me enteré otro día.

Abre una de las revistas y se pone a pasar páginas y mirar con su amiga Ana como si fuera un libro de instrucciones y estuvieran buscando la solución a algún problema. De repente, se planta frente a mí y me enseña una imagen de una chica sentada sobre una cama, apoyada hacia atrás sobre las dos manos, abierta de piernas y poniendo el coño mientras un tío de pie frente a ella le cogía los muslos a la altura de las rodillas y se la follaba. Los dos con cara de gusto como era propio de las revistas porno de entonces.

"Esto es lo que le tienes que hacer a Marta" – Me ordena la tía.

Así que la pobre chica, que no sabía nada, se sienta en la cama, se recuesta hacia atrás, abre las piernas mientras me mira a los ojos como asustada y se queda así, esperando. Yo ante todo aquello que se abría ante mí, me pongo manos a la obra y la voy penetrando como puedo, al principio poco a poco y con un cierto dolor y molestias por parte de ambos, y luego con un ritmo más correcto y gustoso por mi parte, que no de la suya, que tenía gesto de no estar precisamente en su mejor momento.

Esa fue mi primera vez, ante la mirada de aquellas dos víboras adolescentes, aunque tengo que decir que pasados unos minutos ya ni siquiera reparaba en ellas, sino que me di a la gozada de follarme a Marta, deleitándome con sus gemidos y quejas, hasta que me vino un orgasmo que me hizo doblar las rodillas y hasta caérseme la baba de gusto.

Cuando eres un chaval te corres más fuerte, o eso recuerdo yo. Y no te importa mucho si las chicas son feas o no, porque de lo que se trata es de meterles mano y tener sexo con ellas sea como sea.

Y así fue como me estrené yo; a las órdenes de mi prima y ante su mirada de otra chavala a modo de voyeurs. Y supongo que fue ahí donde prendió en mí la obsesión por el sexo en grupo, los tríos sexuales y los orgasmos compartidos o presenciados por terceros.

Marta no pareció haber disfrutado mucho. Ni si se había prestado el tema voluntariamente, o más bien lo había hecho por algún otro invento o coacción de mi prima, y al terminar se levantó como callada y se iba a vestir cuando ésta le pregunta que qué tal, y la otra responde encogiendo los hombros. Luego le dice que todavía no se puede ir porque no ha acabado y "tiene que ser hasta el final".

Aunque yo era un chaval, entendí que se refería a tener un orgasmo.

Empieza una conversación en que Marta se queja de que no le ha gustado mucho, e incluso que le ha dolido. No sé si era virgen o no, aunque probablemente lo fuera. Y finalmente pregunta sobre lo que tiene que hacer entonces. En ese momento no lo pensé porque era un chico joven, pero lo cierto es que aquello era una especie de vasallaje con mi prima como autoridad competente a la que había que obedecer no se sabía por qué.

Empiezan a ojear las revistas y sale una imagen de un tío comiéndole el coño a una chica, con aparente placer por su parte, y me la enseñan, diciéndome que ya estoy dándole a Marta lo mismo, que se lo merece después de haberse dejado follar antes.

Se vuelve a poner en la misma postura y yo esta vez arrodillado con los brazos apoyados en sus muslos y mi cara frente a su coño juvenil. Luego la prima: "venga, pásale la lengua como en la foto". Y yo a lo mío como un descosido. Recuerdo que estaba muy cachondo y lleno de ganas de repetir lo de antes, pero también me estaba gustando el saborcito de la chavala, así que le fui haciendo una comida de coño según me salió esa primera vez, y la tal Marta como si nada durante un rato más bien largo hasta que empieza a gemir y hacer pequeños aspavientos y ronroneos, que pasan a mayores, luego temblores de las piernas, incorporarse un poco y volverse a reclinar, más temblores y quejidos, hasta una especie de vaivén más fuerte y un cerrar y abrir las piernas seguido de un gran grito y sucesivos quejidos que terminan con la chavala cerrando las piernas de golpe y apartando mi cara.

Eso sí que es sexo del bueno, con 14 años, sin prejuicios ni tonterías, con una chavala seguramente virgen. Aunque estuviesen allí esas otras dos mirando y riéndose, que ya me daba igual.

Se levantó, hizo amago de vestirse y la prima otra vez dirigiendo: "¿ya está?" "no, no, que todavía hay que hacer otras cosas", "ahora se lo tienes que hacer tú a él con la boca". Noticia que la otra no recibió con buena cara precisamente, mientras yo callaba porque no sabía ni de qué estaban hablando.

Los chavales de ahora lo saben todo por triplicado, pero en aquellos años no había mucho material pornográfico en el mercado, ni cosas como Internet. Yo no sabía qué era eso de "hacérselo con la boca", hasta que me enseñaron la revista porno donde una tía que estaba buenísima le estaba comiendo la polla a un negro. Al principio me causó sorpresa y aprensión, y hasta miedo de que me fuese a morder o a hacerme daño.

Pronto la desconfianza tornó en vicio.

Me hacen sentar en un sofá que había en el cuarto y le dicen a Marta que "a lo tuyo". La chavala se reclina sobre mí y me empieza a chupar la polla tímidamente, luego se levanta y se queja de que "le sabe mal", a lo que mi prima le responde (más o menos, según recuerdo):

"Eso sólo es al principio; luego te sabe divina."

Mucha experiencia parecía tener la niñata, y sobre todo en lo que se refería a mangonearle la vida a los demás, proveniente como era de una familia de cierto nivel económico en una zona más bien rural y deprimida del Sur de la España de los 70.

Así que Martita vuelve a "lo suyo", y me empieza a chupar siguiendo las explicaciones de la otra, que le indica que se lo tiene que "meter todo en la boca de arriba abajo". Un espectáculo que hay que verlo para creerlo; la chavala venga a mamarla hasta que coge un cierto ritmo y dominio del tema, como si le saliese del cuerpo a la niña, que no había visto una polla más que en las revistas guarras de su amiga.

Años después leí algo sobre la práctica de la felación y el cunnilingus, instintivo (lo último) en animales superiores para limpiar y lubricar los órganos sexuales y prepararlos para el coito.

Marta me hizo una mamada bastante aceptable que me llevó a un segundo orgasmo muy rico y sentido. Me gustó muchísimo y me dejó incluso colgado con la chavala durante muchos años en que la recordé frecuentemente, llegando incluso a intentar contactar con ella de mayor a través de Internet. Cosa que no pareció gustarle demasiado. Supongo que cada uno recuerda las cosas a su manera.

Luego se produjo otro encuentro en que tuve que mantener relaciones sexuales con Marta en otras posturas según las indicaciones de la prima sargenta, lo cual hice bien a gusto. Hasta que se dirige a Ana y le dice que ella también tiene que "hacerlo" si quiere "estar en el tema".

No entendí a qué se refería con lo del "tema". Supongo que algún rollo pandillero entre ellas.

Nunca lo supe, pero la amiga Ana hace un gesto como de disgusto y dice que a ella no le interesa porque "con mirar ya vale", recibiendo la insistencia por parte de la otra, hasta que se acerca a la cama mirándome y se quita una camiseta, un sujetador y todo lo de abajo hasta quedarse desnuda. Y creedme cuando nos digo que estaba bien buena la chavala aquélla. Delgadita, con tetas bien definidas y unos pezones salientes de vicio, y un culo precioso y bien rico.

Me las follé a las dos juntas, en lo que fue el primero de varios tríos sexuales que hicimos aquel verano de la mano de la prima María. Eso sí, ellas no hacían nada entre sí, en plan lésbico o bisexual, sino que era más bien un boygang donde yo me las tenía que cepillar a las dos por turnos, irles comiendo el coño, besarlas, y recibir sexo oral de una y luego de otra, entre otras cosas según las indicaciones de la primita. Porque eso era lo único que hacía, mirar y dar órdenes sobre esto y aquello.

Momentos hay que haberlos vivido para creerlos, como os cuento. Porque una cosa es hacerlo de mayor, que no significa nada y está a la orden del día, y otra cosa es con aquellas edades. Aquella Ana, arrodillada en la cama y yo follándomela por detrás como un campeón con Martita mirando a menos de medio metro mientras espera su ración de lefa.

Porque ni preservativos ni nada de nada; todo a pelo y sin pensar siquiera en posibles complicaciones. Que nunca las hubo. Todo sexo, placer y desenfreno perfectamente inconscientes.

Una pasada.

La otra, la Monja Alférez, nunca se dejó tocar ni un pelo – ni tocarlo ella – más que cuando me masturbó la primera vez. Aunque en una ocasión le propusimos que se desnudara y se uniera a la fiesta, incluso con Marta insistiendo. Pero no hubo manera, porque ella era "mayor para esas cosas", tenía novio formal haciendo la mili, y no estaba allí para eso.

Entonces no me explicaba para qué estaba allí.

Luego nos enrollamos varias veces en la zona del pantano, que tenía un remanso con una especie de playita de hierba que supimos aprovechar tras haber anochecido para montarnos varios ménage à trois bien ricos y apetecibles. Eso sí, con la gobernanta de los cojones mirando.

Y no voy a dejar de contar cómo se presentó un día con un consolador – también sustraído de la habitación de sus padres – que me hizo utilizar con Marta y Ana según su capricho, para después intentar usarlo conmigo analmente. Se trataba de uno de aquellos primeros chismes que se anunciaban en revistas pornográficas y se entregaban por correo contra reembolso. Atufaban a PVC y no respetaban las formas anatómicas precisamente.

La primita no sabía nada de vaselinas ni lubricantes íntimos – por suerte para mí –, así que lo que funcionó vaginalmente con aquellas dos chicas por razones de pura lógica anatómica, no fue tan bien recibido por mi trasero, que se negó abiertamente a aceptar más que la punta del bicho, por mucho que empujaba y se empeñaba la primita. Aunque, eso sí, no me libré de que me jodieran bien jodido con el dedo índice, con aparente venganza y satisfacción por su parte.

Después de aquello, y finalizado el verano, nos separamos y no volví a ver Marta ni a Ana, y a la prima María de forma muy esporádica años después.

Tras décadas de práctica sexual liberal, con los paréntesis de dos matrimonios de por medio, y aunque no soy sexólogo ni experto en la materia, no tengo duda de que aquella prima era una futura "ama", como se conoce en el argot a mujeres con papel dominante en relaciones sexuales de naturaleza sadomasoquista, que pueden incluir también otras conductas. Le gustaba mandar, dirigir y disfrutaba con los resultados de sus órdenes, con los sufrimientos y orgasmos de los demás, pero sin participar en ellos.

Se juntó con dos chicas manejables de aquella época y con un chaval igualmente inocente y salido, como lo éramos casi todos por aquel entonces. E hizo con nosotros lo que quiso.

Luego me enteré de que se había casado y recuerdo haber pensado que poco iba a durar el tema. Unos años después, la noticia del divorcio. Me gustaría haber tenido una conversación con el marido para intercambiar impresiones y confirmar mis sospechas.

Aquella tía no era una más. Y aquel verano tampoco lo fue.

Me dejo enganchado al tema de los tríos sexuales, los polvos por turno y en grupo, el voyeurismo, la masturbación colectiva, los aparatos, y las reuniones y excursiones de sexo. Me casé dos veces para divorciarme otras dos en cuanto las respectivas parientas se dieron cuenta de que el sexo normalito no era lo mío.

Eso sin mencionar las veces que he quedado mal con personas en centros de estudios, empleos y vecindades; me he tenido que marchar de empresas, gimnasios y barrios; y hasta he tenido que salir por piernas para evitar una denuncia o que me partieran la cara.

Después el más que lamentable resultado económico de todo este devenir. Primero el sueldo, luego los ingresos de mis actividades económicas, y finalmente la herencia de mis padres fallecidos uno tras otro. Todo era para gastar en putas, ligues y orgías liberales en chalets de lujo. Incluso llegué a visitar una isla en el Caribe donde se organizó una comunidad liberal para follar y desfasar a tope con gente de todo el mundo.

Una locura que me ha dejado al borde de la ruina en varias ocasiones.

Finalmente el psicólogo y la más que probable explicación de todo ello. Porque no me ha costado trabajo reconocer que nunca he olvidado aquel jardín del Edén badajocense con aquellas dos chavalas estupendamente húmedas y dispuestas a recibir por todas partes y chupar lo que les ordenasen. Una gozada y el principio de otras muchas.

Aunque salga tan caro, como todas las cosas buenas.

Gracias por leerme.

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