Autor: FedeKa
17 de septiembre de 2017
Este verano me decidí a combinar mi afición por el judo y las vacaciones estivales, y emprendí un viaje con estancia de un mes en Japón, donde pude disfrutar también de sus especialidades en cuanto a relaciones íntimas, incluyendo un trío, con varias japonesitas gozosas. Aunque eso sí, de pago.
Dedicado desde los 14 años a la práctica del judo, con participación en competiciones y actualmente federado a nivel nacional, llevaba tiempo queriendo conocer su cuna y origen en Japón; un país cuya cultura y misterios siempre me atrajeron. Así que, aprovechando el fin de contrato en mi última empresa y el relajo del mes de agosto, me animé a hacer realidad ese gran viaje.
Sobre mis idas y venidas turísticas y deportivas en el país nipón no comentaré nada porque no es objeto de interés para los posibles lectores de este blog.
Son las salidas nocturnas, y las visitas dadas y recibidas, las que puede inspirar la imaginación de algunos y algunas aquí. Como son los servicios sexuales que contraté y los tríos que disfruté a domicilio y con gran gusto por mi parte.
Para empezar, y aunque mi nivel de inglés es muy bueno por mi período en el Reino Unido, no es un país donde te puedas comunicar fácilmente con la gente. Y no sólo por la barrera del idioma, sino por la clara diferenciación racial y cultural, que genera una cierta desconfianza hacia los extranjeros. Cuadro que empeora si se trata de acceder a relaciones sexuales en un país donde parece que es cosa pasada de moda, no necesaria e incluso molesta para mucha gente.
Ya había oído y leído algo sobre esto, y me lo confirmó gente en del propio país. Es más, se debió de hacer un estudio estadístico hace unos años que aparentemente mostró un porcentaje de casi el 30% de personas de entre 18 y 35 años que afirman no tener relaciones sexuales ni necesitarlas, y una franja similar de personas de entre 35 a 39 años que se declaran abiertamente vírgenes. Aunque ello pueda ser exagerado, según leí después. Además, parece que tienen la menor interacción sexual del mundo, con unos 40 y pico coitos por japonés y año frente a la media de alrededor de 100 a nivel global.
Es decir, y sin entrar en los porqués, que no se folla casi nada. Lo cual es una gran contradicción con los muchos ejemplos de erotismo e incluso sexo explícito en el arte y cultura de esta gente (mirad esta referencia en este mismo sitio y veréis lo que os digo: Japón: Tríos en el Arte Nipón desde el Siglo XVII).
El caso de los extranjeros es aun peor, sin ninguna noción del idioma japonés y más perdido que un pulpo en un garaje, como se suele decir.
Estuve en Tokio y visité varias ciudades limítrofes, y en todas tuve la misma sensación de falta de oportunidades para darle gusto al cuerpo como no fuera pagando. Porque conversación, comentarios lascivos e impúdicos y risitas con chicas japonesas todas las que quieras en discotecas y sitios de copas, pero luego de irse con uno a follar nada de nada.
Y no digamos invitar a dos chicas a hacer un trío. Ni de coña.
La verdad es que la falta de conocimiento del país y sus recovecos tampoco ayudó demasiado.
Así que, informado sobre otras opciones, y dispuesto a no marcharme sin probar las exquisiteces orientales, me animé a utilizar los servicios de pago. Que para eso están.
Y no hace falta buscar mucho ni romperse la cabeza preguntando a los taxistas locales por la dirección del barrio chino o locales de alterne en la ciudad, porque te encuentras con publicidad de chicas y puterio variado en el buzón de correos desde que llegas.
Así, como lo leéis y aunque no os lo creáis.
Con intención de estar un mes en el país, me alojé en un pequeño apartamento de alquiler a la medida de mis necesidades. Y ahí es donde viene lo bueno.
Al entrar me fijé que había publicidad en los buzones, pero no me interesó recogerla, y no fue hasta el día siguiente que me da por mirarla y me encuentro con un catálogo de chicas japonesas, jovencitas ellas, y con ropas bastante sexis, acompañado todo ello de lo que parecían unos precios, teléfono de contacto y otras indicaciones.
No entendiendo nada, le pregunto al propietario del inmueble, que hablaba un inglés fluido y limpio, y me responde sonriéndose que se trata del "deriheru", que no es sino una abreviación de "Deribarii Herusu" – en español, "Reparto / Entrega de Salud" – en referencia a servicios de prostitución a domicilio.
Muy eufemísticos y educados los japoneses con todo, os lo juro.
El caso es que profundizando en el tema me entero de que la prostitución es ilegal en el país – concretamente desde 1956 – con prohibición expresa de ejercerla o ser cliente de ella, lo cual debe estar después regulado de forma detallada en sus leyes penales.
No obstante, la prostitución se refiere a relación sexual coital, es decir, la penetración vaginal, lo cual ha supuesto una explosión imaginativa para ofrecer servicios que, sin incluir el coito, proporcionen un disfrute sexual canjeable por efectivo o cargo en tarjeta. Y ello incluye sexo oral y anal, la masturbación o coito mamario (la paja turca de toda la vida) y cualquier otra maniobra que no implique meterle la polla en el coño a una tía, es legal. Incluyendo, por supuesto, tríos sexuales sin tal penetración y en las formas y combinaciones que más le gusten a uno.
Aunque luego la obediencia ciega a la prohibición es más bien relativa, como en todas partes.
Por supuesto que existen las prostitutas de toda la vida, para un servicio sexual completo, pero lo que te encuentras allí no tiene comparación en ningún otro lugar del mundo. Docenas de servicios a cada cual más imaginativo en constante evolución y cambio para avivar el gusto y atracción por lo nuevo en una clientela igualmente variada y abundante.
Aparte de las putas y escorts tradicionales, webcams y casas de citas, te encuentras con lo que llaman "centros de salud" – donde te hace una mamada o una paja como si fueras al dentista –, clubes temáticos, de disfraces, de masajes, casas de baños, clubs simulando bares normales o vagones de metro donde te espera una chica vestida de colegiala, y un largo etcétera de montajes a cada cual más imaginativo para mantener el negocio sexual dentro de la legalidad.
No voy a profundizar más porque tendría que eternizarme.
Luego está el "deriheru", las "entregas a domicilio", que son de lo que he empezado hablando. Folletos como los de la propaganda a domicilio que conocemos aquí, anunciando chicas dejados en buzones de correo, debajo de listines telefónicos y en portales de todo Tokio. Están por todas partes en esa ciudad.
No quiero que me toméis por un vicioso pervertido que me invento cosas, así que os dejo aquí un ejemplo bien hermoso.
Se trata de un negocio sexual muy en auge en este país, que da trabajo a putas tradicionales y a las llamadas "fuzoku". Estas últimas generalmente chicas normales y sin problemas, a menudo viviendo en casa de sus padres e incluso con novio formal, que se dedican a la prostitución a tiempo parcial para conseguir un dinero extra con que estudiar la carrera deseada, alcanzar un empleo de mayor calidad o simplemente costearse un mayor nivel de vida.
Debido a la crisis económica, muchos negocios y formas de prostitución han decaído notablemente por la carestía de su instalación y mantenimiento, así como la falta de clientes dispuestos a pagar sus tarifas, como son las casas de baños ("soaplands"), a favor del "deriheru", que se puede gestionar por una persona con una línea telefónica y acceso a internet desde su propia casa.
Es más, la crisis ha empujado a mucha gente, incluyendo mujeres profesionales y actrices porno a ofrecerse para tales servicios.
Esto me animó a pedir lo que quería, llamé a una de esas chicas para que me visitara en mi apartamento, y la verdad sea dicha, me gustó bastante la experiencia. Muy lejos de las prostitutas a domicilio de España o cualquier otro país occidental, llegó, dio su servicio y luego se enrolló a hablar sobre Europa, sus ganas de venirse aquí algún día, sus cosas, etc. Hablaba un inglés aceptable y parecía muy educadita. Una gozada.
Luego, completar la experiencia oriental y disfrutar al máximo de mis noches niponas, me metí en Internet y me encuentro con varias páginas web con ofertas de escorts de lujo de lo más variopinto y genial. Y, de entre todas, me sorprende la oferta especial de servicio de tríos sexuales ("Threesomes") en el catálogo de una de ellas.
Se trataba del "Tokio Hentai Club Shibuya", con una sección para reservas y explicación de los distintos servicios muy completa.
En su apartado de servicios, había un epígrafe enlazado que decía en inglés: "How does the threesome option work?", que traducido al español vendría a decir "¿Cómo funciona la opción de trío".
Como estas páginas web cambian con mucha frecuencia y hasta desaparecen, en lugar de poner aquí el enlace hacia la página, he sacado un pantallazo de la zona precios y condiciones para estos servicios de tríos, que os dejo pegado a continuación:
Como veis, ofrecen unos servicios con sus correspondientes precios en yenes. Después, unas condiciones concretas, como es el recargo del 10% con respecto al servicio sexual normal, y lo que me pareció bastante gracioso desde mi perspectiva de occidental vicioso: las "Restricciones para el Servicio de Trío", que os traduzco:
No se puede:
- Parejas (hombre y mujer).
- Dos clientes masculinos con una acompañante.
- Solicitar a dos chicas tener sexo mientras el cliente mira.
Ya os digo que son muy estrictos.
Os voy a decir que a lo largo de mi estancia tuve un encuentro con una japonesita de pago y luego un trío con dos chicas "fuzoku" que me dejaron realmente satisfecho, lo cual es decir bastante, dada mi experiencia.
En Tokio, me reuní con varias personas locales del mundo del judo, y entre ellos un chico de 29 años al que conocí en un campeonato en Madrid en 2015. Como el colega era bastante abierto y hablaba muy buen inglés, le comenté el tema y me informó de que había un servicio de tríos bastante más sofisticado en los llamados "soaplands" (las casas de baños que he nombrado antes), donde se ofrecían servicios de tríos sexuales mucho antes de que apareciera el "deriheru". Se llaman "nirinsya" ("dos ruedas") y se trata de dar un masaje de forma muy experta realizado por dos chicas especialmente entrenadas en un arte que implica el acuerdo conjunto y preciso de cuatro manos. Además de lo que viene después, claro está.
Me interesó mucho el tema y quise probar, pero me echó para atrás el precio. Me pidieron 400 euros al cambio – y eso que no era el sitio más caro – y dije que no.
Luego, ya de vuelta en España, me arrepentí de no haberlo probado y me juré a mí mismo no volver a cometer el mismo error la próxima vez. Que es mucho viaje para andarse con privaciones por ahorrarse un dinero que no es tanto.
Tendré que esperar a la próxima visita al País del Sol Naciente para aumentar mi bagaje cultural.
Gracias.
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